FECHA

25.04.2023

Si bien podemos considerar que Carlo Scarpa fue quien abrió la brecha, a partir de sus intervenciones sobre lo construido han sido otros grandes nombres de la arquitectura quienes han reconfigurado enclaves concretos en la ciudad. Uno de ellos es Álvaro Siza, quien ejecutó un proyecto de vivienda en la isla de la Giudecca que dialoga con otros bloques también de carácter residencial en cuanto a disposición y composición de las fachadas, integrándose plenamente en el entorno. En el plano cultural, encontramos obras de Tadao Ando, quien intervino en la Punta della Dogana y en el teatrino del Palazzo Grassi, en ambos casos dejando a la vista su identidad estética toda vez que adaptándose de forma respetuosa con la preexistencia.

En el ámbito comercial el estudio de Rem Koolhaas, OMA, acometió la transformación integral del Fondaco dei Tedeschi, modificando su uso de oficina de correos a centro comercial, y, en cuanto a equipamientos, ha sido el último ganador del premio Pritzker, David Chipperfield, quien ha realizado una intervención sobre las Procuratie Vecchie, devolviendo el esplendor a un edificio que hacía tiempo que se encontraba muy deteriorado.

A todo ello cabe sumar las distintas intervenciones que se han ido realizando con motivo de la Bienal, como la instalación que realizó Siza para los propios Giardini y que se ha quedado como elemento permanente, o las Capillas Vaticanas en la isla de San Giorgio Maggiore, realizadas por Souto de Moura, Carla Juaçaba o Norman Foster, entre otros, ejecutadas para la bienal de 2018 y que se quedaron por fortuna de todos.